martes, mayo 03, 2011

La Construcción con ladrillo hueco

Es ardua tarea la construcción de poder en un espacio donde el poder no existe, o hay que expropiarlo del teniente primario. Se acomplejiza el trámite por situaciones externas e internas. Las externas son obvias (y lógicas): los tenientes del poder (donde existe uno); el concepto de poder donde hay que crearlo desde la nada. Y ahí es donde surgen varias cuestiones, pero no son estas las que nos competen. La situación realza importancia cuando el problema en la formación de poder tiene asidero en lo interno, en lo propio. Los sabotajes nacen del miedo, de la ignorancia, de lo absurdo inclusive. De lo mezquino también. De lo idiota algunas veces. Esto toma relieve cuando aparte de querer construir poder, se lo tiene que obtener de otra fuente. Supongamos en el ambiente de un trabajo, construir poder obrero y amaestrar el poder de la patronal. Cuando se construye esta clase de poder se pelea entonces contra dos enemigos: uno evidente y el otro potencial. El que hay que evitar es el enemigo potencial, en tanto el evidente (salvo honrosas excepciones) es imposible de eludir. Las mezquindades y egoismos (y miedos) generan al enemigo potencial que fortalece las diferencias entre los constructores del poder y provoca las divisiones. Lo invariable de este escenario es que el poder conseguido va a disolverse y el enemigo evidente va a retomar las posiciones perdidas y aun mas, va a obtener mucho mas poder. La solución inmediata es eliminar las partes que de constructoras se hayan erigido en destructoras. En una hipotética piramide de construcción, es descartar aquellos bloques que compliquen la fundación.

Cuando se construye poder muchas veces se discute democracia como horizontalidad. Son dos conceptos distintos y bastante irreconciliables. La horizontalidad implica que todos son iguales en la toma de decisiones y cada medida la votan y la discuten todos por igual. En el ambiente antes nombrado, el trabajo verbigracia, se busca democracia. Se elige un delegado de los trabajadores al cual se le otorga la responsabilidad (se la otorgan sus compañeros de trabajo por sus cualidades de liderazgo, por su impronta, por su militancia) de luchar por sus compañeros de la manera que mejor crea. Nunca actuando con desidia hacia ellos, siempre pensando como lograr la mejoria que, junto a los galones recibidos del sindicato y de la unión de los trabajadores, se convierte en el Poder Construido.
Si los dos enemigos aparecen el Poder Construido se disuelve. Si solo existe el Enemigo Evidente, es entonces una lucha de Poderes, donde el poder con mas convicción vence. Este contexto es difícil de lograr, casi imposible cuando surgen las pasiones. No somos un mundo de robots tampoco.
Tampoco deberíamos pensar como robots.


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