jueves, mayo 17, 2012

El fin del neoliberalismo


Pretender hacer un resumen reciente de la historia de nuestro país se convierte en una tarea hercúlea que determina que es menos complejo contar absolutamente todo lo que sucedió y que derivó en lo que es Argentina hoy. Sin embargo, el espacio no es infinito.
Lo que vivimos en estos momentos es la culminación de algo que comenzó hace mas de cincuenta años con la llamada Revolución Libertadora, la dictadura militar apoyada por intelectuales, empresarios, la izquierda en pleno, y algunos sindicatos. Este proceso iniciado por Aramburu prefiguró desperonizar al país, un culto que se creía degenerado y había terminado por apabullar la democracia republicana y deprimir la economía con planes quinquenales que mas olían a comunista que a algo serio. Porque lo serio, en este país, siempre fue lo que ofreció Estados Unidos. Y así lo hizo saber la revolución cuando con sus aviones catequizados sobrevoló Plaza de Mayo haciendo escapar al caudillo a bordo de la cañonera paraguaya. La revolución planteaba una economía seria.

Y así pasó el desarrollismo de Frondizi, echado por los militares por permitir que se presentara una fórmula peronista. Y así paso Illia, que había amagado con hostigar a las farmacéuticas y a las petroleras. Y así llegaron los cursillistas de Ongania, y así llegó Lanusse y su dictablanda. En el ínterin, el mundo convulsionado por Cuba y Algeria. Por el Mayo Francés y por las brigadas rojas. Aquí esos sabores internacionales fueron un intenso súmmum con el secuestro, juicio sumario y ejecución de Pedro Aramburu por el prominente movimiento revolucionario peronista autodenominado "Montoneros", en homenaje a las montoneras Rosistas. Obviamente defenestrado por los militares anti marxistas, que en su momento habían derrocado a Perón por nazi y fascista.
La United Fruit, la Standard Oil y otras, atemorizadas acudieron al gobierno norteamericano. Y este acudió a Kissinger. El Estado de Bienestar tenía que ser desmantelado. El New Deal tenía que acabarse. Al menos para el "patio trasero". Y entonces fue que Latinoamérica obtuvo el Plan Cóndor y feroces comandantes católicos y antimarxistas fueron dirigidos por Kissinger. Paradojal pero cierto.
La violencia arranca antes en la Reina del Plata. Arranca con Perón llegando a Ezeiza y eligiendo a quienes siempre eligió: la columna vertebral del movimiento por sobre la juventud. Rucci por sobre Firmenich. Rucci es asesinado y Perón se derechiza aun mas. El pacto social disuelto por un asesinato estratégicamente imbécil.
Leyendo una columna de Juan Gelman del 2001 para Pagina/12, en la cual comenta la demencia de Firmenich de querer presentarse para presidente en medio del caos reinante, entiendo como llegamos a ese momento histórico.
Perón y el Lopezrreguismo inventan la Triple A y con ella el fin de la supuesta subversión. La Triple A sirvió de base luego a las bandas perversas y asesinas que nutrieron las filas del ejercito en el periodo posterior, tras el derrocamiento de Isabel Perón. Videla, Massera y Agosti habían llegado para instaurar de en serio el neoliberalismo en la Argentina, como ya se estaba desarrollando en los cuatro confines del continente. Esto no habría sido posible sin la natural connivencia de mucha de la población civil, alterada por la tensión que había provocado la volatilidad de los movimientos revolucionarios. La izquierda y el peronismo fueron barridos mediante secuestros y tortura. Los medios de comunicación tenían dos elecciones, cerrar o acompañar. Los mas grandes acompañaron con fines inexactos pero promovidos por una ambición que los haría crecer.

Pablo Giussani en su libro "Los días de Alfonsín" explica esto de manera sucinta. Es necesario explicar el porque de esto sin extrapolarlo del momento histórico. ¿Los militares surgen por culpa de la guerrilla? Claramente no. Su represalia fue desmesurada entonces. No. La dictadura emerge con un fin determinado, mas allá de los movimientos como Montoneros y el ERP. Surge con el fin de destruir un sistema económico. El capitalismo había sido salvado por Keynes dándole un rostro mas generoso y humano. Ese capitalismo para EEUU no debía existir mas. Por eso, los desaparecidos fueron el mascaron de proa. Alfonsín ganó contundentemente las elecciones. El mas peronista de los radicales venció primero en las internas a De la Rúa, la derecha del radicalismo, y luego a Luder, que, irónicamente, se había prendido fuego aliándose con Herminio Iglesias, que aunque peronista, estaba a favor de la dictadura como de la nefasta guerra de Malvinas, parándose así, a la derecha de Genghis Khan.
Las arcas del gobierno estaban desguarnecidas, y Alfonsín tuvo que anteponer un plan de ajuste anti popular a su ideario de reconstrucción del estado de bienestar. Asfixiado por la inflación y por las contradicciones internas (Arturo Frondizi se había sumado a las huestes de Herminio Iglesias, llevando así el apoyo de los medios desarrollistas que se sumaban entonces a La Prensa y La Nación que ya estaban en contra del gobierno por su tratamiento del Juicio a las Juntas), la hiperinflación y los sindicatos comenzaron a jaquear el gobierno de Alfonsín. Llegaron los levantamientos carapintadas y el copamiento de la Tablada. Llegado un punto, lo mejor que podía hacerse era renunciar y eso es lo que hizo entonces el caudillo radical, dándole paso al verdadero entregador.

Cuando dicen que Menem estaba rodeado de "Che pibes" me genera risa. No hubo ni habrá jamás un "che pibe" mas grande que Carlos Menem que fue el cadete del establishment de Chicago y del consenso de Washington. Capitán de ese Titanic del cual fueron los primeros en bajarse, terminaron de imponer vía Cavallo ese neoliberalismo salvaje y estadístico que exigían los organismos internacionales de crédito. En los 90 se hizo todo a favor de EEUU y esos organismos. Se achicó el estado, se terminó de destruir el estado de bienestar a favor del capital especulativo. El FMI jamás estuvo tan feliz como con Menem y Cavallo. Pero claro, el pueblo estaba desprovisto. Y así ganó la Alianza. Esa comunión de peronistas expulsados con socialistas y radicales. De la Rúa, derrotado en el 83, tenía otra chance. Pero esta estaba diezmada por, una vez mas, el pobre panorama al cual se tenía que enfrentar. El ajuste propuesto por su gobierno (con Cavallo una vez mas a la cabeza) era aun mas draconiano que el de Alfonsín. Y no se hicieron esperar los desbarajustes. Los sindicatos se opusieron a la ex montonera, ex menemista nueva ministra de trabajo Patricia Bullrich y su nueva ley laboral. El pueblo entero se opuso al desfalco que se quería hacer con los jubilados y trabajadores en general (con especial acento en el gremio docente) y la tensión social llegó a límites insospechados. Solo faltaba una chispa para hacer estallar todo. Y esa chispa provino del gobierno al dictaminar el estado de sitio. La noche del 19 de diciembre fue el detonante de la tarde del 20, donde la infantería, autorizada por el gobierno, asesinó a mas de treinta argentinos para defender un sistema neoliberal que estaba llegando a su fin jaqueado por mas o menos lo mismo que había sacado del poder a Alfonsín mas de una década antes. Saqueos, contradicciones internar, sindicalismo en contra. Lo único que faltaba eran los militares. Y esto era porque ya venían diezmados por Menem y su eliminación del servicio militar obligatorio. Claro, que les había dado los indultos por el otro lado. Ese era su punto final (que probaría no estar dado del todo).

2001 terminó con sangre y con el presidente de las sombras impuesto por asamblea pero no popular. Duhalde, el hombre detrás del caos saqueador en Buenos Aires era el presidente y tenía un plan para descerrajar el corralito bancario de De la Rúa. Devaluación. Su ministro de economía Roberto Lavagna entendió lo lógico: la gente tiene que consumir. En estos días donde Europa entera sufre lo que sufrieron los argentinos en esos años, ese plan suena innovador incluso. No hay que seguir ajustando. Eso genera muertos e indignados. Hay que calentar la economía. Y eso nos dieron. Papel de juguete que de repente compraba comida. Kirchner siguió con ese plan, pero le dio impronta izquierdista de la cual Duhalde carece (y lo dejó en claro con Kosteki y Santillan). Logró terminar con el partido militar convirtiendo la ESMA, el centro de la desgracia en los años de plomo, en un museo del holocausto. Le ganó la pulseada a los laboratorios con las recetas magistrales implementadas por su ministro de salud Gines Gonzalez, que se peleó con la Iglesia por su apoyo a las medidas anticonceptivas. Le dijo no al ALCA, el intento yankee de reinstaurar el neoliberalismo en Latinoamérica nuevamente, pero de manera diplomática. Motivó el consumo reconstruyendo el estado de bienestar, mas activo que nunca hoy por medidas como la Asignación Universal por Hijo y las jubilaciones en manos del estado, reivindicaciones históricas de la izquierda. Dio apoyo a la CTA, la Central Obrera que surgió como oposición a la enquistada y anquilosada CGT. Dio libertad a las luchas paritarias en los sindicatos para poder mejorar el salario de los trabajadores, siempre detrás de los precios por la inflación. Devolvió los jóvenes a la política militante de verdad. Es cierto que en la izquierda tradicional los jóvenes siempre fueron el motor de la política, pero también es cierto que desde el 2001, el lógico desprecio a la partidocracia había deprimido esos fervores de lucha.

Y finalmente y ya con su mujer como presidente, Nestor Kirchner se envolvió en la lucha mas dura de todas: pelear contra el grupo Clarín, el verdadero enemigo. Dicen que Cesar Jaroslavski, el histórico legislador radical le dijo a un peronista ya dejando su despacho: "Cuidado con Clarín que pega como partido político y luego se defiende con la libertad de expresión". Clarín es el modelo del medio periodístico moderno. Esta y no esta. Apoya y no apoya. Fue amigo de las dictaduras hasta que fueron sustituidas. Si estas sustituciones eran apoyadas por la clase media, ahí iba Clarín. Apoyó a Menem durante buena parte de la década de los 90, ocultando sus chanchullos y corruptelas hasta que vio que el termómetro popular indicaba que la gente ya no quería mas al célebre riojano. Entonces comenzó a apuntalar a la Alianza, a la cual sostuvo mientras le convino, y entonces todo sucumbió y erigió a Duhalde, el Napoleón posmoderno que necesitábamos para salir de la crisis. Y luego también estuvo con los Kirchner, el presidente con menos caudal de votos en la historia. Pero lo condicionó. Y estuvo en contra del gobierno cuando éste intentó hacer pasar por el congreso la ley de retenciones móviles. Y entonces la relación, amistosa hasta entonces (Kirchner había aprobado la fusión de los sistemas de cable Cablevisión y Multicanal) se rompió. Y como algún anónimo rubricó "Nadie sobrevive a tres tapas malas de Clarín". Clarín era un gobierno en si mismo. Dueño de mas de doscientos medios, entre ellos, su histórico gran competidor, La Nación, el canal de cable mas visto de noticias, TN, Canal 13, y radios como Radio Mitre, tenía todo para derrocar al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La capacidad de implantar ideas, ideologías, y métodos. En la gente, y en los políticos de la oposición, que ganaron en las legislativas del 2009 gracias sobre todo al grupo Clarín. Políticos que hicieron todo lo que quiso el CEO de Clarín, Hector Magnetto, hasta las elecciones de octubre del 2011, donde Cristina Fernández renovó mandato con un brutal apoyo popular, superando por mas de 40 puntos al segundo. Y ahí, el amor se rompió. La primera gran medida del 2012 fue recuperar el 51% de las acciones de YPF. El radicalismo, que hasta hacia poco ni siquiera había querido votar el presupuesto nacional, acompañó esta medida soberana (amparándose en los recuerdos de Irigoyen y Mosconi). No tenían mucho que hacer, ya que después de las elecciones del 2011, el congreso tomó nuevamente color oficialista.

Hoy, el país, ha olvidado de a poco los sinsabores de esta década, y ha dejado de ver en Clarín el centro de la verdad. El grupo de medios mas importantes ha quedado expuesto como un constructor de relatos y es tiempo de que el gobierno lo devuelva a un amable segundo plano.
Los momentos amargos no se relegaran nunca, pero se los puede recordar de otra manera. Como escollos superados con éxito por medidas que hay devuelto al pueblo al centro de la escena.
Porque hay que acompañar cuando las cosas se hacen bien y criticar cuando se hacen mal. Pero desde acá. Desde la sinceridad. Mucho mal le han hecho al país los aviesos. Y siempre quieren volver. Por eso hay que estar alerta y buscar las señales sin paranoias. Si están se van a ver. Ojalá no se vean nunca mas.

1 comentario:

  1. me ha gustado tu entrada de un momento que no vivi en mi pais.Aunque en la Argentina todos los momentos son iguales
    abrazo

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Gracias por manifestarte.