viernes, noviembre 26, 2010

La necesidad del caos


Cuando en 1999 asumió Fernando De La Rua como presidente, con Carlos Chacho Alvarez como compañero de fórmula, muchos sentían que empezaba una nueva Argentina. Una Argentina donde los desvaríos menemistas serían solucionados y esa tercera década nefasta sería dejada atras y prontamente olvidada, o por lo menos, curada. Sin embargo, los patéticos fronterizos que nos gobernaron hicieron (o lo intentaron con ferocidad) mas desastres que el corrupto patilludo que pontificó por esa decena de años.
No quiero ahondar en los que, como, o porque. No es el eje de la tesis. Cambiamos ver en la tele como unos se atiborraban a ni siquiera tener tele para ver el desquicio. Sin embargo, algo mucho mas importante nació allí que los bienes materiales perdidos por millones. Se encontró nuevamente al ser político. Un ser político que paradojicamente surgía por odio a los seres políticos instaurados. Ese estallido fue sumamente popular por un tiempo, pero los nuevos políticos no tenían forma de asumir ciertas responsabilidades. La situación se "normalizó" por canales desconocidos por el común de la gente, en tiempos en que "default", "lock out", "bonos de deuda" y "letras de pago" se hicieron palabras comunes.
Hubo elecciones democráticas en el 2003. Ganó Nestor Kirchner y llevó adelante un proyecto discutible pero probablemente, el único rescatable. Volvió la normalidad. Se acabaron las cuasimonedas. Los bancos (las anclas del sistema capitalista) volvieron a ser competentes -tanto que el Galicia, autor del desastre del 2001, construyó un gran edificio en Perón y Reconquista- y a dar crédito. Reasomaron las PYMES y las grandes empresas volvieron a invertir. El Estado Nacional se hizo cargo y comenzó a recaudar impuestos fuertemente para llenar sus ancas. Ese dinero se invirtió. Se ejecutó presupuesto y se compraron y vendieron dólares para mantener la inflación muy lejos de lo que los pronosticadores de café vaticinaban (con los teléfonos listos para vender o comprar acciones). Si, inflación si, pero controlada. Es cierto, un poco de inflación es aceptable, mucha no. Pero la irrealidad era la convertibilidad "1 a 1". Una panacea financiada con el desmantelamiento del Estado.
Hace años venimos escuchando de algunos perjudicados menormente (Clarin y el campo, un solo corazón gracias a Jorge Aranda) que este proyecto económico lleva al país hacia el desastre cuando nuestros ojos nos dicen lo contrario. Es cierto, como dijo mi hermano "Yo quiero vivir bien, no sobrevivir". Mi contestación tardó en darse. Primero démonos cuenta de donde vinimos. Como decía el fallecido Nestor (mañana, un mes)"Veniamos del infierno". Algunos piensan -no mi hermano- que el camino al cielo es automático; como teletransportarse. No, no lo es. En el medio hay que derrotar muchos escollos. Segundo, pongamos el hombro. Extender la mano para siempre recibir directo en la palma y no extenderla para arrebatar lo que por propio derecho nos merecemos, es no solamente de vago, sino también de cobarde.
Sin embargo, el dia a dia nos dice que estamos bien. No hay Anoop Singh o delegación que nos atemorice, ni relaciones carnales con nadie. Nos valemos por nosotros mismos en las buenas y en las malas mucho mas.
Lo que sabemos tambien es que los ataques, infundados o mentirosos en un amplio porcentaje, van a continuar, cada dia mas violentos y graves. No falta el que asesora que con los militares estábamos mejor, o que con Menem vivíamos en un país serio. No, no faltan.

Entonces vayamos al Caos. Si el proyecto triunfa y Cristina Kirchner renueva su presidencia en el 2011, las mentiras van a escalar tanto que en algún punto a todos nos van a parecer verdaderas por su ridiculez. Porque "como van a mentir sobre eso". Pero si, pueden. Mintieron del ´76 al ´82, y se desdijeron en noviembre del ´83. ¿Y quien se acordó? La solución ¿cúal es? ¿Expropiar las empresas enemigas? Suena nazi-fascista. Sin embargo es una medida mas de tinte comunista. ¿Cerrar Clarin? Eso hizo Perón con "La Prensa" y miren como le fue.

Si gana otro, Clarin, La Nación y muchos mas van a apoyar al nuevo presidente (incluso si no fuera el que ellos explicitamente apuntalaron) lo suficiente como para que nos olvidemos del proyecto que rehizo un país en pedazos. Lo suficiente como para poner a otro delfín. Uno que les renueve los votos del matrimonio mas grande de este país. El de los políticos con los medios.
Vayamos hacia eso. Vayamos hacia el caos. Porque este pueblo demostró que necesita de Caos para levantar la nariz del periódico.
Y caos, para dejar de "crisparse" desde el control remoto.

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